Etapas de formación
ETAPAS DE FORMACIÓN
Desde los inicios de nuestra Congregación, la formación ha ocupado siempre un lugar importante para preparar a los jóvenes que acuden a nosotras y a las hermanas a empaparse de nuestro carisma y vivirlo para responder a las necesidades de la Iglesia en la mundo. ¿Cuáles son las etapas y requisitos de la formación?
¿Cuáles son las etapas y requisitos de la formación?
El primer paso es conocerse, para ello las regiones organizan encuentros con los jóvenes candidatos para que se dejen mirar y
miren de cerca a la congregación, en particular a través del trabajo en uno de los obras de la congregación o experiencia de
vida por un tiempo en una de nuestras comunidades. Aquí la formación enfatiza el motivo de la vocación;
Vuelve a la historia personal
ya sus raíces para tocar los posibles nudos y sanarlos para crecer en libertad para responder al llamado de Dios descubriendo
sus motivaciones profundas.
Al final de este período, la joven que desea continuar su camino, envía una carta de solicitud para ingresar
al postulantado a la superiora regional. Esta última, con el consentimiento de su consejo,
puede aprobar o no la solicitud después de un discernimiento espiritual iluminado por la evaluación personal
de la candidata y de la comunidad que la acogió, así como de la hermana encargada de acompañarla.


Sigue luego el postulantado que dura un mínimo de 2 años en la casa de formación bajo la responsabilidad de la formadora de las postulantes asistida por un equipo de hermanas nombradas por la congregación. Es un momento en que el candidato y el formador verifican si se trata de una auténtica vocación a la vida religiosa y aprecian las cualidades físicas, intelectuales, afectivas, morales y espirituales del joven que implica nuestra vida religiosa. El joven aprende a experimentar ciertas rupturas con el medio de vida, con las concepciones a las que se adhiere y con los hábitos adquiridos’ esta comilla de cierre ¿qué?. Esto requiere una “adaptación espiritual y psicológica”. (C81). Se establece un programa de capacitación de acuerdo con las directivas de la congregación. Además, los postulantes siguen cursos en el interpostulantado. Se forman así en la apertura al mundo, a la Iglesia ya las demás congregaciones religiosas gracias a la experiencia eclesial compartida con otros jóvenes que viven la misma etapa; lo cual es una riqueza cultural impresionante (o no desdeñable).


Al final de estos dos años, el candidato puede escribir una carta pidiendo comenzar la siguiente etapa que es el noviciado. una evaluación de estos dos años, la congregación decidirá si lo acepta o no. El noviciado dura 2 años. Es escuela de oración, disponibilidad y apertura a Dios (C84). El objetivo principal es iniciar al novicio a la vida religiosa en la Sagrada Familia. Durante esta etapa, la formación tiene como objetivo abrir el corazón y la mente a las riquezas de la Sagrada Escritura, las Constituciones, el carisma, el espíritu y la espiritualidad de la congregación, así como a los consejos evangélicos de castidad, de pobreza y de obediencia y de una experiencia de vida comunitaria apostólica. En la oración, la joven acompañada por la formadora discierne la autenticidad de la llamada y de la elección que ha hecho de dedicar su vida al seguimiento de Cristo y a su servicio.


Después de estos 2 años de noviciado, la joven puede pedir consagrarse por un año con los votos temporales. Si es admitida, se convierte en hermana profesa. Después de la profesión temporal siguen 6 años de integración creciente en el carisma, en el espíritu, en la espiritualidad, en la vida fraterna en comunidad, en la vida y en el trabajo apostólico de la Congregación, según un programa planificado por la región. La joven profesa vive en adelante en comunidad y según las necesidades de la congregación completará su formación profesional o se dedicará a alguna de las obras al servicio de la congregación y de la Iglesia. Hará este camino con la convicción de que Dios viaja con ella si permanece unida a Él dedicando los tiempos necesarios a la oración.


Finalmente llega el momento de hacer un compromiso definitivo a través de un don más radical de “estar en Cristo, existir por Él, vivir por Él, estar disponible para los demás en Él y para Él” (C14). Un fuerte tiempo de oración y formación precede a la profesión perpetua. La formación es permanente, nunca se acaba. Una vida religiosa sólo puede realizarse siendo cada vez más fieles a la gracia del Señor. C88.